Diversidad, biología, evolución, ecología, pesca, conservación, evolución, con especial atención a las especies presentes en Galicia.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Tollo raspa (Etmopterus princeps)

Etmopterus princeps. Foto: Antonio Punzón, IEO Santander.

Tollo raspa

Etmopterus princeps Collet, 1904

(es. Tollo raspa, tollo lucero raspa, melgacho grande, quelmín; ingl. Great Lantern Shark; port. Lixinha da fundura.)

Orden: Squaliformes
Familia: Etmopteridae


Como su nombre indica, el tollo raspa o Etmopterus princeps es el más grande de todos los etmoptéridos, también conocidos como tiburones linterna porque su piel contiene células bioluminiscentes los fotóforos, capaces de generar una luz en la negritud del mar profundo. Junto con el negrito (Etmopterus spinax) y el tollo lucero (Etmopterus pusillus), conforma la triada de tiburones luminosos del mar de Galicia.
Otra característica que lo convierte en un bicho realmente singular es que el E. princeps es quien ostenta el récord de profundidad de todos los tiburones, con casi 4500 m, seguido a corta distancia de la pailona (Centroscymnus coelolepis), a la que ya dedicamos un más que merecido artículo.
El tollo raspa es un tiburón bastante poco conocido y en no pocas ocasiones no demasiado fácil de identificar a simple vista. Aun así, vale la pena intentarlo.

Descripción: Cuerpo grueso y alargado, terminado en una cabeza ancha con un morro corto, romo y plano, no cónico. Ojos grandes y alargados. Boca transversa y casi recta. Las aberturas branquiales son relativamente largas, aproximadamente la mitad de la longitud del ojo. Los dentículos dérmicos laterales están espaciados, no formando filas, y presentan una cresta corta, gruesa y ganchuda que da a la piel un tacto bastante áspero.
Dos dorsales con fuertes espinas asurcadas; la de la primera dorsal es más baja que la aleta; la espina de la segunda es tan alta o más que su aleta, e inclinada hacia atrás sobre todo en los adultos. La segunda dorsal es claramente más grande que la primera, aunque no llega a doblarla en superficie. La primera dorsal se origina detrás del ápice libre de las pectorales; la segunda, cerca de la axila pélvica. Pectorales bastante pequeñas y redondeadas. La distancia entre las aletas pectorales y las pélvicas es claramente mayor que la longitud de la cabeza (1,4 veces). Caudal ancha y moderadamente larga, aproximadamente tan larga como la cabeza. Al igual que todos los etmoptéridos, el pedúnculo caudal carece de quillas laterales y muescas precaudales; y como todos los escualiformes, no tiene aleta anal.
Dentículos dérmicos fuertes y espaciados. Fuente: Ebert & Stehmann, FAO 2013.
A diferencia del E. spinax, la librea el princeps es uniforme, de un gris oscuro a negruzco, sin las típicas manchas o franjas oscuras repletas de células bioluminiscentes.

Dentición: Dientes diferentes en ambas mandíbulas. Los de la superior están espaciados, presentan una cúspide alta y dos o más pares de cuspidillas secundarias, y están dispuestos en dos o tres hileras funcionales. Los dientes inferiores, en cambio, son más anchos y constan de una única cúspide bastante abatida; sus bases están imbricadas formando una única hilera funcional, a la manera de una hoja dentada. La mandíbula superior contiene entre 29-32 filas de dientes, y la inferior, 40-50. Sin sinfisarios.
Fuente: The Shark Trust.
Talla: La talla máxima registrada hasta ahora corresponde a una hembra de 94 cm capturada durante un muestreo realizado en 2004 en las Azores y la zona de fractura de Charlie Gibbs, un área de la dorsal mesoatlántica situada aproximadamente a la altura de la costa meridional de Irlanda (véase el trabajo de Cotton et al. 2014 citado en la nota 2). Los machos alcanzan la madurez en torno a 57,3 cm y las hembras, hacia los 62,2 cm, si bien se han detectado ligeras variaciones geográficas¹. Al nacer miden entre 12-17,5 cm.

Ejemplar de 385 mm capturado en las Azores, en el sitio hidrotermal Lucky Strike. Foto: Pedro Niny Duarte (c)ImagDOP. 
Reproducción: Poco conocida. La mayoría de los datos disponibles parecen provisionales. En principio es una especie vivípara aplacentaria (ovovivípara) con saco vitelino, y un promedio de 10 crías por camada. Parece haber dos temporadas de máxima actividad reproductiva a lo largo del año: en junio y julio, y en octubre, según recogen Ebert & Stehmann (2013). Existe segregación por sexo y grado de madurez.
Sin embargo, las conclusiones de un reciente trabajo parecen evidenciar la existencia de matrotrofismo en el desarrollo embrionario², si bien queda por delimitar claramente su extensión. Es decir, que no estaríamos ante una especie lecitotrófica absoluta. En los ejemplares estudiados, la fecundidad media fue de 11 embriones (en un espectro de 7 a 18). Finalmente, los autores tampoco observaron indicios de estacionalidad en el apareamiento.

Dieta: A base de pequeños teleósteos como peces linterna (fam. Myctophidae), cefalópodos y crustáceos. La alta proporción de teleósteos, sobre todo mictófidos, en los contenidos estomacales parece apuntar a que el E. princeps se alimenta lejos del fondo, posiblemente en aguas intermedias.

Hábitat y distribución: Especie demersal del talud continental e insular preferentemente entre los 350-2213 m (entre 800-1000 en el Atlántico norte), aunque en el Atlántico NE ha sido encontrado en la base del glacis continental, entre los 3750-4500 m.
En aguas de Islandia, al menos, parece que existe segregación por tallas y profundidad: los individuos más grandes son más abundantes por encima de los 600 m; a medida que descendemos, las tallas medias se van reduciendo.

Elaboración propia a partir de Ebert & Stehman 2013, Ebert et al. 2013, y otros.³
Parece tratarse de una especie fundamentalmente atlántica. Atlántico NW: desde las costas canadienses de Nueva Escocia hasta New Jersey. Atlántico NE: desde el estrecho de Dinamarca, que separa Groenlandia de Islandia, hacia el sur: islas Feroe, Noruega, Escocia, Irlanda, costa sur de Inglaterra, golfo de Vizcaya, España, Portugal, Azores, Madeira, Canarias, Sahara, Mauritania, Cabo Verde, posiblemente hasta Sierra Leona.
Existen algunos registros sin confirmar en el Pacífico occidental, pero podría tratarse de confusiones con el melgacho de Nueva Zelanda (Etmopterus baxteri) o el melgacho pardo (Etmopterus unicolor).

Foto: Irish Elasmobranch Group.
Pesca y conservación: Carece de interés pesquero, por el escaso valor de su carne y el reducido tamaño de su hígado (demasiado pequeño para que resulte económico procesarlo para extraer su aceite). Es una captura accidental del arrastre y de otras artes de profundidad, que por lo general acaba siendo devuelto al mar, aunque la mortalidad es muy alta debido al mal estado en el que llegan a bordo.
En 2008 se descargaron aproximadamente unas 20 toneladas, pero tal vez la realidad sea más preocupante, teniendo en cuenta que la especie puede estar siendo sometida a una presión pesquera fortísima a causa del importante empuje de las pesquerías de aguas profundas.
De momento figura en la Lista Roja de la IUCN con el estatus de Datos incompletos, si bien se advierte que pudiera considerarse como "Casi amenazada" debido a una más que probable disminución en sus poblaciones causada por el avance de estas pesquerías. Y al igual que muchas otras especies de profundidad, hacen falta datos sobre su biología, ecología, un historial de capturas, para justificarlo.
La monitorización de la pesca de profundidad es prioritaria.


[Mi agradecimiento Pedro Niny Duarte y a Antonio Punzón, del IEO de Santander por la cesión de sus fotografías, y, como siempre, al maestro Rafael Bañón, por estar ahí en todo momento.]
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¹Así por ejemplo, en las Azores la talla de madurez que se ha recogido es de 56,5 cm para los machos y de 61 cm para las hembras, mientras que en la zona de Charlie Gibbs es de 54 cm y 69 cm, respectivamente. En aguas canarias, la tallas recogidas son de 55 cm para los machos y 60 para las hembras.
²Si la embriogénesis de las especies lecitotróficas requiere un consumo de materia orgánica superior al 20%, en los embriones de E. princeps el porcentaje observado fue del 7,7%. Por otro lado, también se descubrió que las vellosidades uterinas incrementaban su longitud y grosor y se volvían gradualmente más vascularizadas a medida que avanzaba la gestación. Véase Charles F. Cotton, R. Dean Grubbs, Jan E. Dyb, Inge Fossen, John A. Musick (2014). "Reproduction and embryonic development in two species of squaliform sharks, Centrophorus granulosus and Etmopterus princeps: Evidence of matrotrophy?". Deep Sea Research Part II: Topical Studies in Oceanography, doi:10.1016/j.dsr2.2014.10.009.
³David A. Ebert & Matthias F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma; Ebert & Stehmann op. cit.; David A. Ebert, Sarah Fowler, Leonard Compagno, Marc Dando (2013). Sharks of the World: A Fully Illustrated Guide. Wild Nature Press, Plymouth; Mafalda Freitas & Manuel Biscoito (2007). "Four chondrithyes new for the archipelago of Madeira and adjacent seamounts (NE Atlantic Ocean)". Bocagiana. Museu Municipal do Funchal (História Natural), No. 221, 31-XII-07; Gui M. Menezes, O. Tariche, Mário R. Pinho, Pedro N. Duarte, Ana Fernandes & Maria A. Aboim (2004). "Annotated list of fishes caught by the R/V Arquipélago off the Cape Verde archipelago." Life and Marine Sciences 21A:57-71

martes, 9 de diciembre de 2014

Finning en Bentota (Sri Lanka)

Lo que sigue es un artículo publicado hace pocos días en la excelente revista digital Roads & Kingdoms. Básicamente consiste en el relato del inesperado encuentro —más bien encontronazo— del autor, Marco Ferrarese, con la sangrienta realidad del tráfico de aleta durante una visita a la lonja de Bentota, en la costa suroccidental de Sri Lanka. Ciertamente, lo que cuenta no es nada nuevo para quienes estamos al tanto de la problemática del finning y la pesca de tiburones en las regiones más pobres del planeta. Es tan solo una anécdota más. Pero me gustó como describe la experiencia, y también el modo como retrata la sorprendente y fría crueldad de la miseria conviviendo, sin mezclarse, con el lujo y la ostentación occidental; por eso pensé que valía la pena hacer el esfuerzo de traducirlo. 

Quiero agradecer a Natham Thornburgh, editor de la revista, y al propio autor, Marco Ferrarese, su amable autorización para la publicación tanto del texto completo como de algunas de las impresionantes fotografías de Kit Yeng Chan, que recomiendo veáis en su formato original en la página de la revista. Al final del texto he añadido un pequeño mapa de Google con la ubicación de Bentota y de las zonas del Índico que se mencionan en el artículo.


Foto: Kit Yeng Chan

BAÑO DE SANGRE EN LA LONJA DE BENTOTA
por Marco Ferrarese 

Es una masacre a cielo abierto. El brillo de montones de cuerpos mutilados se extiende desde donde estoy hasta el muelle. El hedor es inimaginable, como si unos dedos enguantados embadurnados en pasta de pescado podrido se me estuviesen metiendo por los agujeros de la nariz. Pero no es solo el olor lo que me revuelve el estómago. Son los cuchillos. Manejados por manos expertas, cercenan las aletas, la parte más valiosa, dejando tremendas heridas incruentas en la lustrosa piel de la criatura.
Estando en este lugar, con pequeños riachuelos de sangre y agua pasando entre mis pies, casi me olvido de que en esta costa existe una idílica franja de arena ocre llamada playa de Bentota. Situada cuarenta millas al sur de Colombo, capital de Sri Lanka, en una parada del camino hacia Galle, la encantadora ciudad amurallada patrimonio de la humanidad, Bentota es uno de los complejos turísticos más famosos del país. Una hilera de hoteles de cinco estrellas se alza sobre las olas oscuras del inquieto océano Índico, y lo que queda de un palmeral otrora frondoso separa las piscinas y terrazas al aire libre de la arena de la playa.
Pero un oscuro secreto se esconde más allá de las tumbonas y el protector solar, algo que acecha entre las sombras de los mercados locales que abastecen de pescado fresco a los buffets que se sirven a diario en los ostentosos hoteles. Este lado oscuro es algo que nunca verán los turistas rusos e internacionales cuyos cuerpos descansan y enrojecen sobre una tumbona mientras sus retoños corretean por la playa.

De hecho, esta parte de Sri Lanka ha sido siempre un refugio seguro, incluso durante la guerra civil que tuvo lugar en el norte del país entre 1983 y 2009. Impulsada por el turismo, Bentota prosperó junto con la costa sur, dando empleo a mucha gente necesitada de la zona.

Saman, de poco más de treinta años y padre de dos hijos, es uno de ellos. Trabaja atendiendo uno de los bares del complejo turístico, vestido con un impecable chaleco de terciopelo rojo y una camisa blanca de manga larga.

"Bienvenido a Sri Lanka", dice con una amplia sonrisa. Saman vive en Aluthgama, unas pocas millas al norte de Bentota. Trabaja en el complejo turístico para mantener a su mujer y a sus dos hijos, pero su corazón está en otra parte. En efecto, durante la temporada baja dirige las actividades locales de la ONG suizo-italiana Helianto colaborando en el desarrollo de las escuelas infantiles de su distrito. En su tiempo libre también conduce el motocarro de la ONG llevando y trayendo entre Bentota y Aluthgama a los residentes del lugar.
Estoy de visita en representación de Helianto y me alojo en casa de Saman. Una mañana nos propone visitar el mercado y comprar pescado fresco para el almuerzo. "Mi mujer lo cocinará para vosotros". "Como sois tan curiosos, seguro que os encantará visitar nuestro mercado. No es fácil entrar allí por vuestra cuenta."
Nos apretujamos en su pequeño motocarro y cubrimos el breve trayecto hasta el mercado. Saman tiene razón: la entrada está protegida por una valla. Se acerca a un viejo gruñón que está sentado detrás de una ventana de cristal. Las piruetas del staccato del singalés, el idioma nacional, se detienen en torno a nosotros cada vez que Saman se vuelve para señalarnos a mi y a mi prometida malaya, la extraña pareja del mercado. Al poco rato el malhumorado guarda sale al sofocante sol del mediodía. Alarga la mano para sujetar una barra y tira de una cadena, franqueándonos el acceso al recinto.

Al otro lado de la entrada, una fila de puestos de madera bulle de manos que cambian rupias por paquetes de papel que contienen peces de todas las formas y tamaños.
Venid, vamos a elegir nuestro almuerzo dice Saman, conduciéndonos a través de la masa de gente e inspeccionando el pescado expuesto.
Foto: Kit Yeng Chan
Algo llama mi atención en un extremo del mercado. En aquel punto, la explanada de hormigón desemboca en un callejón sin salida no muy visible que discurre entre el mar y una fila de almacenes.
¿Qué es ese lugar, Saman? pregunto. 
Los muelles —responde, su voz parece un poco preocupada. Ahora será mejor que nos vayamos, mi mujer nos está esperando para ponerse a cocinar.
Pero me siento atraído hacia la línea de viejos bumboats amarrados y hacia la gente que está descargando los tanques que hay en sus cubiertas y subiéndolos a los camiones. Se mueven en torno a un conjunto de objetos alargados y oscuros que no soy capaz de distinguir por la gente que está limpiando con mangueras el suelo a su alrededor. Parecen proyectiles blandos e inservibles.
Según me voy acercando, el olor se hace casi insoportable. A la altura del primer bumboat, el pavimento es una masa resbaladiza. Un tipo descalzo lo está baldeando con una manguera, lavando rojos charcos de sangre. Finalmente me doy cuenta de que el suelo está cubierto de tiburones. Están varados sobre el pavimento como barcas de juguete de color negro brillante que se hubiesen quedado sin pilas, con sus cabezas secas y arrugadas. Entiendo por qué. De su piel se desprenden granos de sal cuando los sacan por una una escotilla de la cubierta. Dentro del barco los tiburones se conservan en sal.
Arrojados sobre el hormigón del muelle, todavía les esperan más tormentos post mortem. Descalzo sobre una una espesa capa de limo, sangre y vísceras, un hombre sostiene un machete con su mano derecha mientras con la otra se sujeta el nudo frontal de su sarong. Se acerca a la creciente hilera de tiburones, se inclina con naturalidad, y corta las aletas con rápidas sacudidas de la hoja. Los apéndices arrancados se echan mecánicamente a un montón.
Saman me agarra del codo derecho mientras observo horrorizado.

No deberíais estar aquí... Se lo prometí al guarda.
¿Esto qué es? pregunto.

Saman explica que los bumboats recorren el océano Índico hasta el golfo de Bengala y el mar de Andamán. Esos hombres dejan a sus familias para vivir en el mar durante meses, pescando tiburones y otros peces exóticos y caros. No lejos de donde estoy, dos mantas gigantes yacen boca arriba con sus cajas torácicas al descubierto.

Por supuesto, lo más valioso son las aletas de tiburón dice Saman. Se venden a China, Taiwan, Korea, Japón... A los chinos especialmente les encantan. Es un muy buen negocio para la gente de Sri Lanka.
Sri Lanka ocupa el puesto número 14 en el grupo de los 20 países responsables del 80% de la masacre mundial de tiburones. Naciones como Indonesia, España, India y Taiwan representan un 35 por ciento, mientras que la contribución individual de Sri Lanka ronda tan solo el 2,4%. Pero considerando el pequeño tamaño de la isla y su diminuta flota pesquera, la cifra es sin embargo muy considerable. Para colmo, aparte de jaquetones sedosos, más comunes, los pescadores de Sri Lanka regularmente capturan los amenazados tiburones zorro, pese a una prohibición gubernamental.

El problema, explica Saman, es que el resto del tiburón apenas se utiliza. La mayor parte de los cuerpos se echan a los perros o se devuelven a los bumboats y se tiran al mar.
Un joven con un gorro Rastafari y pelo con rastas cortas se da cuenta de nuestra presencia y señala en nuestra dirección. Inmediatamente todas las miradas se posan en nosotros. Doy un paso atrás, preparándome para escapar, pero entonces los trabajadores sonríen. Empiezan a posar para las fotos mientras levantan los tiburones y los cuelgan de una balanza para impresionarnos a los intrusos. Aquellos hombres proporcionan la médula a la columna vertebral del mercado internacional de aleta de tiburón. Esta no es más que una de las cosas necesarias que los hombres menos afortunados de Sri Lanka deben hacer para sostener a sus familias.

Mi mujer está esperando —dice Saman tirándome del brazo. Puedo ver que está incómodo. Vámonos ya, por favor.

Sigo a Saman de vuelta al mercado y a su menos exótica selección de pescado, cruzando por delante del montón de aletas cortadas. Al subir al motocarro, pienso que los aficionados a la aleta de tiburón deberían pasarse por aquí en persona antes de sorber una taza de su placer prohibido, para que viesen por si mismos el origen de la masacre.

Roads & Kingdoms
[Fotos: Kit Yeng Chan]

Fuente: Google Maps.

lunes, 24 de noviembre de 2014

En recuerdo de J. A. Moreno

Jaquetón del Estrecho (Carcharhinus acarenatus). Ilustración de J. A. Moreno.
Juan Antonio Moreno es un biólogo que al acabar sus estudios prefirió la investigación de campo a un puesto de penene en la facultad. A los veinticinco años consideró que ya estaba bien de hacer lo que sus profesores querían, y decidió ponerse a estudiar, por su cuenta y riesgo a los animales que desde siempre le habían atraído más: los tiburones. Más de uno pensará que para realizar tal sueño, Moreno se trasladó al Caribe. Esta suposición no es de extrañar, si se tiene en cuenta que en España ha estado prohibida oficialmente la existencia de tiburones en nuestras costas. Cosas del turismo. Sin embargo, las costas españolas están rodeadas de tiburones por todas partes. «También hay que aclarar que los tiburones», afirma Moreno, «no son esos asesinos de los mares que nos presentan en las películas». De todos modos, Juan Antonio Moreno conserva una aleta de bucear que le mordió un tiburón en una playa de Cullera, y en otra ocasión vio cómo un marrajo de unos tres metros de tamaño partía limpiamente a un pescador en dos mitades. Fue en el golfo de Vizcaya, durante la campaña del arenque. Estaban sacando una red del agua llena de peces y un pescador de origen norteafricano se tiró al agua. «De pronto vimos cómo se hundía y el agua se teñía de rojo. Luego vimos a un gigantesco marrajo por cuya boca asomaban las extremidades de aquella persona».
Benigno Varillas, El País, 4 de febrero de 1982¹.

Este mes de noviembre se han cumplido, silenciosamente, casi en secreto, al hispanico modo, 10 años de la muerte del profesor Juan Antonio Moreno, pionero en la investigación sobre los tiburones en este triste país y autor de la primera guía específica de tiburones en aguas españolas, Guía de los tiburones de aguas ibéricas, Atlántico Nororiental y Mediterráneo (ed. Pirámide, 1995). Como es natural, no ha habido mención alguna en la prensa, escrita o digital, ni en ningún blog o sitio web que conozca (cabe también la posibilidad de que yo no haya sabido encontrarlas). En realidad, lo triste es que la información que sobre Moreno hay actualmente disponible en toda la Red se reduce a tan solo un puñado de referencias bibliográficas, un obituario firmado por Joan Barrull, Isabel Mate y Alessandro de Maddalena y publicado en una revista científica croata, y un par de reportajes de Benigno Varillas: uno sobre jóvenes naturalistas españoles, publicado en El País hace más de 30 años, y otro, ya centrado en su figura, que no es más que el resumen de un artículo de la revista Quercus cuyo original incluye una breve y emocionada nota de despedida de Joan Barrull e Isabel Mate. Fotos, casi ninguna, excepto las de pequeño tamaño que aparecen aquí.

Juan A. Moreno pertenece a la segunda generación de grandes naturalistas y divulgadores de nuestro patrimonio natural, junto con los Araújo, Grande del Brío, Garzón, Varillas, etc., surgida hacia finales del franquismo bajo el inmenso paraguas de Félix Rodríguez de la Fuente. Todos ellos nombres muy cercanos y familiares para quienes como quien esto escribe crecimos devorando los primeros números de Quercus y de Natura junto con el bocadillo de la merienda a la salida del colegio, y más tarde, ya sin bocadillo, empezando el instituto. A unos les apasionaban los lobos, a otros las aves rapaces, a algunos la ecología en general, y a él, los tiburones.

Su pasión por estos animales fue tan intensa que, tras licenciarse en Ciencias Biológicas por la Complutense en 1976, se permitió el lujo de rechazar un puesto de profesor no numerario en el Departamento de Zoología de esta universidad, dirigido en aquel momento por Francisco Bernis, el fundador de la SEO, pues a él lo que le iba era la investigación de campo:
Juan Antonio Moreno era una persona única e irrepetible: vital, activa, inconformista, luchadora, de fuerte carácter, decidida, valiente, independiente, rebelde... [...] Una decisión que en su juventud le hizo atreverse a sumergirse en una almadraba sin haber tenido experiencia previa en inmersión. Una rebeldía que le llevó incluso a enfrentarse con Bernis al rechazar una oferta para estudiar cigüeñas, porque él lo que deseaba era dedicarse al estudio de los tiburones.²
Con un jaquetón del Estrecho.
(Foto tomada de Quercus).
Y efectivamente a ello se dedicó en cuerpo y alma, con un intenso trabajo de campo buceando y recorriendo lonjas. Con los beneficios que obtenía con sus ilustraciones —"seguramente ha sido uno de los mejores ilustradores naturalistas de este país, si no el mejor"³— se embarcaba en marrajeras durante largas temporadas para estudiar los tiburones más de cerca. Y así, llevado por una pasión y energía envidiables, dio comienzo a una intensa labor científica y divulgativa, dirigiendo trabajos, tesinas y tesis doctorales, publicando numerosos artículos y libros, participando activamente en congresos internacionales y formando parte de diversos grupos de trabajo, que le llevó a convertirse no solo en un pionero en su país, sino en un especialista de talla internacional. Llegó incluso a describir una nueva especie de carcharhínido, su "niño", el jaquetón del Estrecho (Carcharhinus acarenatus, Moreno & Hoyos, 1983).
En 1982 se doctoró con un proyecto que recibió la máxima calificación, Revisión del género Carcharhinus en el Atlántico nororiental y Mediterráneo occidental. Entre  sus títulos figura un libro actualmente imposible de conseguir, Jaquetones: tiburones del género Carcharhinus del Atlántico Nor-oriental y Mediterráeo occidental, publicado en 1982 por la Secretaría General de Pesca Marítima del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Fue miembro del Grupo de Trabajo Europeo de Elasmobranquios, fundador del Grupo de Investigación Ictiológica de los Chondrychthyes, Euselachii y Socio Fundador de la Sociedad de Ictiología Ibérica, como se indica en su Guía. Como curiosidad, fue uno de los primeros científicos en medir un tiburón blanco de más de 8 m:
... en el año 1982, el Dr. J. A. Moreno tuvo la posibilidad de observar y hacer una medición aproximada (en pies) a una hembra, de una longitud mínima de entre 8 y 9 metros, desembarcada en Dakar (Senegal). Desgraciadamente, el registro de la talla del individuo observado no tiene ninguna validez científica al no haber podido realizar una biometría correcta al animal, debido a la situación azarosa con os propietarios del ejemplar, ni, consecuentemente, haber podido preparar la correspondiente comunicación.
Con toda justicia, Moreno no incluyó este registro en su propia guía.

Como muchos otros grandes personajes de este extraño país, el suyo era un destino trágico. En 1984, a su regreso del primer encuentro general de la Sociedad catalana de ictiología y herpetología celebrado en Sitges, sufrió un gravísimo accidente de coche que lo dejó atado a una silla de ruedas durante los últimos 20 años de su vida. La tetraplejia cercenó, de un tajo frío y seco, el ímpetu de su trayectoria vital y profesional, todos sus proyectos y ambiciones. Tenía 32 años. "Entonces pasó de una arrolladora actividad a tener que superar mil y una penalidades para seguir adelante malamente", cuenta Varillas. "Los dedos de las manos no le respondían apenas, pero con un hilillo de movimiento que le quedaba, aprendió a escribir con un puntero letra a letra y a dibujar con el ordenador. También a manejar un artilugio con el que podía sostener un cigarrillo y llevárselo a la boca".
Pero una extraordinaria fuerza de voluntad le empujó a seguir adelante, estudiando, escribiendo y publicando sobre los tiburones y dando conferencias. En 1991 obtuvo su doctorado en biología con la tesis Lamnidae y Alopiidae (Chondrichthyes, Euselachii) del Atlántico Oriental y Mediterráneo Occidental: Sistemática, biología y aspectos pesqueros, dirigida por Bernis; ocasionalmente colaboró con el Dr. J. Cassey, de la NOAA, en la taxonomía e identificación de tiburones de aguas profundas del Atlántico NW; dirigió el grupo de investigación ictiológica de la cátedra de vertebrados de la UCM, etc. De estos años data un CD-ROM hoy inencontrable, ¡Tiburón! Una leyenda viva, así como su extraordinaria guía de tiburones, ilustrada con sus propios dibujos hechos con ordenador.

Hasta que su cuerpo se debió de cansar de luchar contra si mismo y contra el destino, y dijo basta. Ocurrió el 9 de noviembre de 2004.


Resulta tentador terminar este pequeño artículo diciendo, como el título del CD-ROM, que Juan Antonio Moreno García es, como sus tiburones, una leyenda viva. Quedaría perfecto, como un centro de crisantemos delante del nicho recién lavado, pero no sería justo. Desgraciadamente, el profesor Moreno no es leyenda viva para nadie salvo, acaso, para sus amigos y allegados, y para un puñado de extravagantes. Todo lo demás es silencio. En otro lugar ya le hubieran publicado, al menos, una cuidada biografía en la Wikipedia, con fotografías y reseñas de sus publicaciones, de su actividad científica, etc. Aquí, ni eso.
Todos los que hemos trabajado con tiburones en este país, y también en el extranjero, le debemos mucho de lo que sabemos.
Dos imágenes con su "niño", el Carcharhinus acarenatus. (Foto: Juan Antonio Moreno).
En lo personal, Juan A. Moreno es uno de los nombres que permanecerá para siempre ligado a mis primeras y, por eso mismo, más apasionadas lecturas "científicas" con y sin comillas sobre la naturaleza y, muy particularmente, sobre los tiburones. Entonces no pocos niños y adolescentes teníamos sueños de ecología, gracias a toda esta gente. Todavía guardo como un tesoro el nº 4 de Natura, de junio de 1983, (en realidad conservo todos los ejemplares de aquellos primeros años de la revista, cuidadosamente encuadernados en sus tapas verdes). Entre sus contenidos figura un reportaje sobre Greenpeace, "Los guerreros del Arco Iris", y un artículo sobre la Aurora Boreal; su sección de Ecos recoge la noticia de la primera cría en cautividad del águila real, el proyecto del Ejército del Aire para crear un campo de tiro en Cabañeros, y el daño irreversible a una colonia de buitres Negros en Sierra Morena causado por el aterrazamiento de 500 hectáreas de monte bajo mediterráneo por parte del ICONA; y como colofón, un póster del tiburón blanco con un reportaje titulado "Tiburón, un pez con mala fama", firmado por Juan Antonio Moreno. Me había costado 160 pts, que evidentemente pagaron mis padres; hoy, para mi, no tiene precio.

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=>ACTUALIZACIÓN A 26 DE ENERO DE 2016: Hace unos días recibí una carta muy especial, hermosa y conmovedora. Venía firmada por una persona de la que nunca había oído hablar, alguien que por casualidad acababa de encontrarse con este blog y con este artículo, cuya lectura simplemente la había emocionado: una vieja amiga de Juan Antonio Moreno. No hace falta explicar todo lo que sentí al leer aquellas palabras tan llenas de cariño y de afecto, aparte de una profunda gratitud por tan inmerecido honor.
Con el permiso de su autora, Lola Sequeira, quiero reproducir aquí la parte más importante de aquella carta, pues además de ayudarnos a completar el retrato del profesor Moreno con unas pinceladas sobre su calidad humana, considero que en realidad su verdadero destinatario no soy yo, naturalmente, sino su gran amigo.
"Juan Antonio era una persona maravillosa, irradiaba luz, como algunos de esos impresionantes tiburones que él tanto amaba.
Le conocí hace muchos años, cuando empezó la carrera, él era unos años mayor que yo. Mantuvimos el contacto hasta el final, nos unía una gran amistad, con mucho cariño, le recuerdo mucho, un cuadrito suyo, a boli bic negro, alucinante! está en mi pequeño salón.
Si alguna vez se le hiciera un homenaje, querría asistir."
Es obvio que esto no fue hecho para hacerse público. Pero como la propia Lola me indica en un e-mail posterior: "Ningún inconveniente en que incluyas mis palabras recordando a Juan Antonio, al revés, un gran honor, de saberlo quizás las hubiera preparado, pero ahora, al leerlas, me gusta que sean tan sinceras, sencillas, directas, justo como Juan Antonio y yo solíamos hablar." Como regalo (uno más) de Lola Sequeira, aquí tenéis el dibujo a boli Bic negro, de 11x18 cm, que demuestra, entre otras cosas, la maestría de su autor. Es una recreación de uno de los grandes grabados de Gustave Doré para Don Quijote: Don Quijote, en cama después del espanto gatuno.

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¹"Los pioneros de la observación de la naturaleza (y 2): Félix Rodríguez de la Fuente popularizó la labor anónima de muchos naturalistas". El País, jueves 4 de febrero de 1982, p. 25.
²Joan Barrull e Isabel Mate. "El sargento Tiburón", en Quercus, enero de 2005, p. 8. El mote "sargento tiburón" se lo ganó Moreno durante su servicio militar.
³Ibíd.
Hoy el C. acarenatus está considerado una sinonimia del jaquetón cobre (Carcharhinus brachyurus). Véase Leonard J. V. Compagno (1984). FAO Species Catalogue. Vol. 4. Sharks of the World,, Part 2: Carcharhiniformes. FAO, Roma.
Sin embargo, según recoge el propio Moreno en su guía, a diferencia del C. brachyurus, el C. acarenatus presenta pliegues labiales compuestos, no simples, y carece de carena interdorsal. Parece que Compagno ni siquiera se ha tomado la molestia de estudiar el holotipo y los paratipos depositados en la Complutense, según Joan Barrull, Isabel Mate & Alessandro De Maddalena (2004). "Obituary: Juan Antonio Moreno García, 1952-2004". Annales, Series Historia Naturalis, 14, 2, 275-279.
Joan Barrull & Isabel Mate (2002). Tiburones del Mediterráneo. Llibreria El Set-ciènces, Arenys de Mar, p. 153.
Benigno Varillas. "Juan Antonio Moreno, pionero en el estudio de los tiburones". Quercus, nº 227, enero 2005, pp. 6-8.
Para que os hagáis una idea, este es la descripción de su contenido: "La obra está organizada en varias secciones. Consta de una introducción, una revisión arqueológica de los tiburones, un índice temático variado que incluye temas de anatomía externa e interna así como datos bioecológicos generales de los selacios. También encontraremos un índice sistemático que analiza las familias de tiburones y sus especies, así como la descripción de las 88 especies conocidas en el área antes reseñada [se refiere al Atlántico nororiental y Mediterráneo]". Tomado de la página marenostrum.org.
Joan Barrull, Isabel Mate, Quercus, enero 2005. 
Por si alguien desea compararlo con el original,



domingo, 16 de noviembre de 2014

Dos buenas noticias y media

Cornudas negras (Sphyrna lewini).
Esta semana pasada nos han llegado tres noticias relativamente esperanzadoras referidas a la ampliación de medidas legales de protección a los tiburones. Los pesimistas dirán que esto no va a servir para nada; los realistas, que de muy poco a menos que disminuya la demanda; y los optimistas empedernidos, pues que son buenas noticias. Como a estas alturas uno ya no sabe bajo qué choza cobijarse, pues nos quedaremos en una posición intermedia, sujetando un diminuto paraguas bajo el chaparrón.
Originalmente, este pequeño artículo iba a titularse "Tres buenas noticias", pero lo que hoy mismo hemos conocido nos ha hecho rebajarlo medio punto (en efecto, solo medio punto)... en un arrebato de optimismo dominguero. Pero que el lector juzgue por si mismo.

I. Protección para 21 tiburones y rayas bajo la CMS.

Tras varios días de difíciles negociaciones, la 11ª Conferencia de las Partes, el principal órgano de toma de decisiones de la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres (CMS), también conocida como Convenio de Bonn, celebrada en Quito el pasado 4-9 de noviembre, ha acordado la inclusión de 6 especies de tiburones en el Apéndice II.
  • Tiburones zorro. Las tres especies, Alopias pelagicus, A. superciliosus y A. vulpinus, a propuesta de la UE.
  • Jaquetón sedoso (Carcharhinus falciformis), a propuesta de Egipto.
  • Tiburones martillo. Dos especies, el tiburón martillo (Sphyrna mokarran) y la cornuda negra (Sphyrna lewini), a propuesta de Ecuador y Costa Rica.
En teoría, esto compromete a todas las partes (más de 120 países) a implementar mecanismos de protección y planes de gestión sostenible para estas especies, tanto a nivel local, dentro de sus respectivas aguas territoriales, como internacional, estableciendo acuerdos con otros países, o a través de organismos como el CITES, etc. Su pesca sostenible está permitida, pero en caso de que estas medidas resulten ineficaces o no se lleven a cabo como es debido, podrían acabar siendo incluidas en el Apéndice I, mucho más restrictivo, puesto que afecta a las especies migratorias severamente amenazadas de extinción en toda o parte de su área de distribución.
Además de estos tiburones, se ha aprobado la inclusión de 15 especies de Rajiformes, peces sierra (Pristis) y mantas (Manta y Mobula), en los Apéndices I y II.


II. La UE amplia el TAC=0 para tiburones de aguas profundas.

El pasado lunes 10, el Consejo de Ministros de Pesca decidió ampliar dos años más el TAC=0 de tiburones de aguas profundas. Es decir, que las pesquerías de estas especies permanecerán cerradas durante el 2015 y el 2016. Como ya os podéis imaginar, España y Portugal se opusieron, pero parece que ganó la cordura.
No hace falta decir que los demás acuerdos han resultado una tomadura de pelo. Nada menos que en 12 de 19 stocks se establecen topes de captura muy por encima de las recomendaciones de los científicos. Los ministros de pesca tienen algún tipo de relación inconfesable con el dinero y los grandes grupos de presión de la pesca industrial.
“La decisión tomada por el Consejo de fijar unos límites de captura superiores a los recomendados por los científicos, para 12 de los 19 stocks, no solo está lejos de ser responsable sino que va directamente en contra de los principios de la nueva Política Pesquera Común” afirma Lasse Gustavsson, director ejecutivo de Oceana en Europa. “Los ministros de pesca hacen caso omiso de que su obligación de explotar el mar de forma responsable también se aplica a las profundidades”.
Oceana considera que los ministros han desdeñado recomendaciones clave de los científicos: cierres de pesquerías de dos stocks de granadero y besugo,  reducciones de capturas de sable negro y alfonsinos, e incrementos moderados de capturas de brótola de fango. En el lado positivo, el Consejo de ministros de pesca ha acordado mantener la prohibición de capturas para los tiburones de profundidad y el reloj anaranjado, en estado de agotamiento. Una nueva especie, el granadero de roca, se gestionará mediante límites de capturas, aunque Oceana critica que estos límites se han fijado sin base científica.

Marta Madina, Oceana. Nota de prensa del 11 de noviembre.

III. La NEAFC prohíbe el finning y protege tres tiburones.

En su última reunión en Londres, la Comisión de Pesca del Atlántico Nororiental (NEAFC, en sus siglas en inglés) acaba de acordar que todos sus miembros apliquen la política de aletas adheridas que ya rige para la flota comunitaria desde el pasado julio. Es decir, que a partir de ahora países como Rusia, Dinamarca (por Groenlandia y las islas Feroe), Noruega e Islandia deberán descargar los tiburones con las aletas adheridas al cuerpo.
Además, se amplía la prohibición de pesca del cailón (Lamna nasus), el tiburón peregrino (Cetorhinus maximus) y la mielga (Squalus acanthias). Se ha acordado también la adopción de medidas relativas a la recopilación de datos y la reducción de las capturas accidentales de tiburones.
Otro acuerdo sumamente importante es la prohibición de las artes de fondo en seis zonas de los bancos de Hatton y Rockall con el fin de proteger las comunidades de corales y esponjas. La pena es que esta medida no se va a aplicar en otras zonas sumamente sensibles, tal como proponía la comunidad científica.
Como viene siendo habitual, si para los tiburones, las noticias son esperanzadoras, habiendo prevalecido, en general, los criterios científicos sobre los económicos, otras especies no han tenido tanta suerte. No ha habido acuerdos sobre cuotas y límites de capturas para especies como el arenque, la caballa, el lirio, y, lo más preocupante, para especies de profundidad sumamente vulnerables como el reloj anaranjado, aunque sí, en cambio, para el eglefino (que algo es algo).

Palangrero japonés descargando tiburones congelados en Las Palmas, cuerpos por un lado y aletas por otro. Foto: Oceana.
Pero como no todo van a ser buenas noticias, hoy hemos sabido que gracias a la vergonzosa ineptitud, sincera, interesada o una mezcla de ambas, de los representantes de la UE en el ICCAT (siglas inglesas de la Comisión para la Conservación del Atún Atlántico), la política de aletas adheridas solo la va a seguir la flota comunitaria y algún que otro país despistado. Ha bastado la oposición de países como Corea, China y Japón, para que el proyecto inicial de ampliación de esta medida anti-finning a todas las 49 partes se fuese al garete.
En el fondo, no es sorprendente, conociendo como conocemos el funcionamiento de la UE y, por supuesto, de la propia ICCAT, a quien no en vano se le conoce internacionalmente como "The International Conspiracy to Catch All Tuna" ('Conspiración Internacional para la captura de todo el atún', por si hiciese falta traducirlo).
Tampoco se han adoptado límites de captura para dos especies que figuran en el Apéndice II de la CMS, el marrajo (Isurus oxyrinchus) y el cailón (Lamna nasus), gracias a la oposición de países como Japón (evidentemente), Uruguay, Noruega y Brasil para el primero, y de Canadá para el segundo. En estos momentos, Japón está literalmente limpiando de cailones todo el Atlántico, ayudados por los canadienses.

Todo muy triste.


miércoles, 5 de noviembre de 2014

Tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus)

En la cubierta del Coral entrando en Corme. Foto: Antón Parada.

Tiburón de Groenlandia

Somniosus microcephalus (Bloch & Schneider, 1801)

(es. Tiburón o tollo de Groenlandia, tiburón boreal; in. Greenland Shark; port. Tubarao-da-Groenlândia.)

Orden: Squaliformes
Familia: Somniosidae

Ocurrió el 20 de junio del 2006. El Coral, un pesquero de Riveira que faenaba a la pareja con el San Martín de la Mar a la altura de las islas Sisargas, se encontró un extraño tiburón atrapado en la red. Medía unos 3 metros, era de color oscuro, morro un tanto romo, y tenía unos dientes muy pequeños. Nadie había visto nunca una cosa parecida ("Es el animal más raro que he visto en los 25 años que llevo faenando", admitía el patrón). Quiso la suerte que uno de los tripulantes fuese Antón Parada, que además de gran fotógrafo es un tipo cuya curiosidad innata por todo lo que le rodea lo ha convertido en un profundo conocedor del mundo natural (y, por encima, es amigo de este blog); fue él quien sugirió ponerse en contacto con la gente de la CEMMA, con quien suele colaborar, quienes a su vez avisaron a la SGHN. Una vez desembarcado en Corme, se procedió a su identificación: un macho de tiburón de Groenlandia; medía 330 cm y pesaba 300 kg¹. Y el primer registro del Somniosus microcephalus en aguas de Galicia.

Personal de la SGHN tomando biometrías en Corme. Foto: SGHN-CEMMA.
Un segundo y último registro, que conozcamos, se produjo casi dos años después, el 30 de marzo de 2008, cuando en la playa de Ézaro, Dumbría, apareció el ejemplar de la fotografía, ya bastante deteriorado, como se puede apreciar. Según la prensa, medía metro y medio², aunque en la foto parece un poco mayor.

Praia de Ézaro, 30-III-2008. Foto: Rubén Prieto, surfcostadamorte.blogspot.com
El depredador somnoliento. El tiburón de Groenlandia es el mayor depredador de nuestras aguas, con permiso del tiburón blanco, a quien seguimos esperando con ilusión. Su nombre científico, que podríamos traducir como "dormilón de cabeza pequeña", responde solo en parte a la realidad. Su cabeza no es, en efecto, muy grande que digamos; y en cuanto a somniosus, es verdad que apenas opone resistencia cuando se le pesca, como si fuese demasiado perezoso o estuviese demasiado adormilado para siquiera luchar por su vida. Pero en lo demás lo que hay es un poco de exageración. Aunque el bicho no es ciertamente un cohete —se trata, de hecho, de uno de los tiburones más lentos del océano, sin embargo es capaz de realizar cambios repentinos de velocidad, bien para dejar atrás a un buzo que le está incordiando, bien para, en determinadas circunstancias, tender una emboscada a una foca. Suele desplazarse a una velocidad media de 0,3 metros por segundo (aproximadamente 1 km/h), pero en el golfo de San Lorenzo se le ha observado alcanzando puntas de velocidad que superarían con creces el metro por segundo (3,6 km/h).
Como curiosidad, este admirable cazador de aguas gélidas está dotado de un sistema anticongelante extraordinariamente efectivo: en sus tejidos acumula grandes cantidades de urea y, especialmente, de óxido de trimetilamina, sustancia resultante de la degradación metabólica de las proteínas y los aminoácidos. Esto hace que su carne, además de exhalar un olor repugnante, resulte sumamente tóxica: si se consume fresca, sin tratar, las consecuencias pueden ser muy desagradables, desde fuertes diarreas y convulsiones hasta la muerte si la ingesta ha sido elevada.


Descripción: El tiburón de Groenlandia es un animal corpulento de rasgos un tanto toscos. Tiene un cuerpo grueso, cilíndrico y de piel áspera, particularmente en los costados, debido unos dentículos dérmicos de fuertes cúspides erectas y ganchudas; las aletas son muy pequeñas, salvo la caudal, y el morro es corto y ampliamente redondeado. Las narinas son transversas y se encuentran en posición bastante adelantada; tiene una boca poco arqueada, casi recta, ojos pequeños y redondos, espiráculos de tamaño mediano situados detrás y por encima de los ojos, y 5 pares de aberturas branquiales muy cortas situadas delante de las pectorales.
Las dos dorsales son bajas y alargadas, y carecen de espinas; la primera, un poco más grande que la segunda, se origina hacia la mitad del dorso, más próxima a las pectorales que a las pélvicas; la segunda, aproximadamente sobre la axila pélvica. La aleta caudal presenta el lóbulo inferior bien desarrollado y el terminal diferenciado; quillas laterales presentes en su base. Como todos los Squaliformes, carece de aleta anal.
El color varía del gris muy oscuro, casi negro, a marrón oscuro uniforme o con manchas con estas tonalidades; puede presentar bandas transversales oscuras.
A menudo, estos tiburones, sobre todo los que habitan en aguas árticas, presentan un copépodo parásito incrustado en cada ojo, el Ommatokoita elongata —aproximadamente el 90% de los ejemplares del Ártico están parasitados frente al 10% de zonas como el golfo de San Lorenzo. Se especula con la posibilidad de que se trate de una suerte de parasitismo simbiótico, pese a los graves daños que causa en la córnea del huésped: el copépodo, al ser bioluminiscente, serviría de cebo para atraer a las presas en la oscuridad del mar profundo. Parece tratarse de una mera hipótesis sin demasiado fundamento.

Somniosus microcephalus con un copépodo incrustado en el ojo. Fuente: Discovery UK.
Dentición: Dimorfismo dentario. Los dientes superiores (35-39 filas), dispuestos en varias hileras funcionales, son lanceolados, con cúspides estrechas y afiladas, mientras que los inferiores (45-57 filas) son anchos, de raíz alta y cúspide larga y abatida, y se encuentran imbricados formando una especie de filo dentado a modo de sierra. No es difícil imaginar que los primeros sirven para sujetar la presa y los segundos para trocearla con movimientos circulares de su cabeza.
Izq. dientes superiores; drcha., inferiores. Fuente: J-elasmo.
Foto: Antón Parada.
Talla: En general, aunque los adultos rondan los 300-450 cm, el tiburón de Groenlandia puede superar los 640 cm, llegando posiblemente hasta los 730 cm. La talla al nacer es de unos 40 cm.
Los machos son maduros a partir de los 300 cm aproximadamente; las hembras, desde los 450 cm. 

Reproducción: Poco conocida. Vivíparo aplacentario (ovovivíparo) con saco vitelino. Durante la gestación el embrión depende exclusivamente de las reservas de alimento del saco vitelino; cuando se agotan, éste se reabsorbe y el embrión está preparado para el parto. Las camadas pueden ser de, al menos, 10 crías. Tal es el número de embriones hallados en uno de los úteros de una hembra de 5 metros: medían alrededor de 37 cm y se sabe que estaban a término porque el saco vitelino ya se había absorbido. El periodo de gestación probablemente supera los 12 meses, y hay quien dice que puede ser incluso superior a dos años, como otras especies de aguas profundas, habida cuenta de que los procesos metabólicos se ralentizan a temperaturas bajas.

Tasa de crecimiento y longevidad. La tasa de crecimiento es seguramente muy baja. Dos individuos recapturados al cabo de 16 y 14 años en libertad tan solo habían crecido 8 y 16 cm respectivamente, lo que arroja una tasa anual de crecimiento de entre 0,5 y 1,1 cm... Si en posteriores trabajos se comprueba que estas cifras son significativas, podríamos estar ante uno de los vertebrados más longevos de la Tierra: un individuo de 6 m podría tener cerca de 200 años. Como récord no está mal, pero las implicaciones para su conservación son bastante más serias: pensemos que, por ejemplo, una hembra podría tardar hasta 100 años en alcanzar la madurez, es decir, en estar lista para reproducirse.
      [Actualización a 24-IX-2016]. En agosto de 2016 se publica un trabajo basado en la datación por radiocarbono del núcleo del cristalino de 28 hembras capturadas en Groenlandia que concluía que este tiburón no sólo puede llegar a vivir unos 400 años, sino que tarda unos 156 años en llegar a la madurez (véase La edad del tiburón de Groenlandia). De confirmarse estos datos, las perspectivas de futuro de este extraordinario depredador son más negras que el abismo donde vive.

Foto: NOAA
Dieta: El Somniosus microcephalus come de todo, no le hace ascos a nada, es el sueño de cualquier abuela galaica. Su dieta es extraordinariamente variada, como corresponde a un voraz depredador oportunista. Cualquier bicho que por cualquier circunstancia sea arrastrado al mar es susceptible de convertirse en comida. Llevado por su fino olfato, el tiburón de Groenlandia se concentra en grandes números en las áreas donde se desarrollan actividades balleneras o pesqueras, convirtiéndose, en ocasiones, en algo más que un incordio.
A pesar de tratarse de un tiburón lento, el análisis de contenidos estomacales demuestra que es capaz de capturar presas bastante activas. Se han encontrado peces (fletán, salmón atlántico, arenque, bacalao, capelán, granadero, eglefino, abadejo, maruca, pez lobo, rayas, anguilas, etc.), invertebrados (crustáceos, gasterópodos, medusas, calamares, erizos de mar, etc.) y mamíferos marinos (focas y pequeños cetáceos como narvales, belugas y marsopas, muchas de estas especies tal vez ingeridas como carroña)... y alguna que otra ave marina. Parece mostrar una cierta especialización en las focas, a las que acecha oculto en el fondo para abalanzarse sobre ellas mientras duermen, según ciertas teorías. Diversos programas de marcado han descubierto que con frecuencia este tiburón se desplaza hacia la superficie en áreas de elevadas concentraciones de foca híspida (Pusa hispida), a las que da caza mediante emboscadas. También se ha visto implicado en ataques a diversas especies de pinnípedos de Sable Island, en la costa atlántica canadiense.

NDR Naturfilm/Studio Hamburg DocLights /GEO.
La carroña constituye una de sus principales fuentes de alimento; algunos sostienen que es una especie primordialmente carroñera. En sus estómagos se han encontrado restos de renos, de osos polares y de caballos, y también una pierna humana calzada con una bota de esquimal. Hace pocos meses apareció en una playa de Terranova un pequeño ejemplar medio moribundo de dos metros y medio de longitud que se había atragantado con un trozo de alce, que, con toda probabilidad, alguien había tirado al mar³.
No se han constatado ataques a personas, aunque existe una leyenda de una familia de nativos que fue atacada durante una plácida excursión en kayak; según cuentan, tuvieron que arrojar al mar a un bebé para distraer al tiburón y así poder salvarse. En 1940 parece ser que un guarda sufrió el "acoso" de otro tiburón mientras caminaba por un bloque de hielo en el golfo de San Lorenzo.

Hábitat y distribución: Habitante de la plataforma y talud superior continental e insular hasta posiblemente los 2647 m. Le gustan las aguas bien frías, entre los 0,6 y los 12ºC.
Durante los meses más fríos puede internarse en estuarios y bahías de aguas someras, mientras que en primavera y verano retorna a aguas más profundas. Puede desplazarse hacia latitudes más bajas, incluso tropicales, siguiendo corredores de aguas muy frías a gran profundidad. Así se explican las imágenes de Somniosus deslizándose lentamente a pocos metros del fondo en el golfo de México tomadas por vehículos de control remoto a 2647 m.

Elaboración propia a partir de Ebert et al., 2013 y www.geerg.ca
Se encuentra en aguas del Atlántico norte y océano Ártico, con registros en principio esporádicos en aguas más meridionales: Galicia y Portugal, Madeira e incluso las islas Canarias, y también Florida y Golfo de México.

Pesca y conservación: Históricamente hubo en Groenlandia, Islandia y Noruega una pesquería del tiburón de Groenlandia con el objetivo de extraer el aceite de su enorme hígado. A mediados del XIX se descargaron, solo en Groenlandia, entre 2000 y 3000 ejemplares por año, y a principios del siglo XX, las capturas de los tres países podían llegar hasta los 32 000. El pico se alcanzó en 1934, con un total de 17 201 hectolitros de aceite descargado. Aunque estas pesquerías se terminaron en 1960 debido principalmente a la caída del precio del aceite, en la década siguiente el gobierno noruego subvencionó una serie de campañas destinadas a reducir el número de estos tiburones, que se consideraban una plaga para otras pesquerías. En 1999 el total de capturas reportadas a la FAO fue de 51 toneladas.
Entre las gentes del norte, como los esquimales, los islandeses y (algunos) noruegos, su carne también se aprovecha para consumo humano y para alimento de los perros de trineo, a pesar de su elevada toxicidad. Para ello, debe ser cuidadosamente tratada, bien cociéndola varias veces, bien sometiéndola a un largo proceso de fermentación y curadocon el que se consigue el famoso hákarl o "tiburón fermentado", una repugnancia que se elabora y consume en ciertas zonas de Islandia y Noruega.
En la actualidad es una captura accidental, por ejemplo en las pesquerías de arrastre del fletán y la gamba. Su pesca está prohibida en la UE (TAC=0).



Figura en las Lista Roja de la IUCN con el estatus de Casi amenazado, con la advertencia de la necesidad de elaborar un análisis de los datos históricos de capturas a fin de determinar si se han producido descensos de sus poblaciones a consecuencia de la actividad pesquera, así como de la urgencia de monitorizar las capturas accidentales en el Ártico y Atlántico norte.

Foto: Antón Parada

[Como siempre, mi agradecimiento a Tucho Parada y a Juan Ignacio, de la SGHN, que amablemente han cedido sus fotos.]

=> Véase también Dormilón (Somniosus rostratus).
________________________
¹"Tras practicársele la necropsia in situ, y dado que se trata de una especie poco habitual, se optó por realizarle una dermoplastia, técnica que consiste en la realización de unos moldes corpóreos para luego hacer una reproducción a tamaño natural, que era realizada ayer en las instalaciones de la Casa do Coronel en el cuartel de Sánchez Aguilera. El objetivo de los investigadores que se encargan del estudio del curioso escualo es intentar conservar el cráneo y las características mandíbulas del animal." El Correo Gallego, 23 de junio de 2006.
Fuente: El Correo Gallego, 23-VI-2006.
Como curiosidad, en un primer momento periódicos como La Voz de Galicia del 21 de junio dijeron que se trataba de una cañabota, aunque al día siguiente ofrecieron la información correcta.
²"Asimismo, en la playa de O Ézaro (Dumbría) aparecieron ayer por la mañana los restos de un tiburón gata de un metro y medio de longitud. El escualo mostraba signos de descomposición y podría llevar ya varios días muerto en el agua." La Voz de Galicia, 31 de marzo de 2008.
No hace falta decir que de "tiburón gata" el bicho tiene poco.
³El animal tuvo la fortuna de que un par de buenos samaritanos apareciesen por allí justo a tiempo: lograron arrancar la masa de carne y piel que sobresalía de su boca y empujarlo mar adentro. En esta página de Montevideo podéis encontrar una crónica en castellano.
David A. Ebert, Matthias F. W. Stehmann (2013). FAO Species Catalogue for Fishery Purposes: Sharks, Batoids and Chimaeras of the North Atlantic. FAO, Roma; David A. Ebert, Sarah Fowler, Leonard Compagno, Marc Dando (2013). Sharks of the World: A Fully Illustrated Guide. Wild Nature Press, Plymouth, y <www.geerg.ca>.
En Canarias fue descubierta su presencia en un muestreo realizado en 1986. Para Madeira, véase Mafalda Freitas & Manuel Biscoito (2007). "Four chondrithyes new for the archipelago of Madeira and adjacent seamounts (NE Atlantic Ocean)". Bocagiana. Museu Municipal do Funchal (História Natural), No. 221, 31-XII-07.
La confirmación de su presencia en el Golfo de México es reciente. Si bien existen imágenes bastante pobres de un animal que pudiera ser un Somniosus, tomadas en 2001 por un robot submarino que operaba a 2657 m en el cañón de Alaminos, frente a las costas de Texas, no fue hasta agosto de 2013 cuando se produce el primer registro: un bicho de 367 cm capturado a una profundidad de 1749 m durante una campaña científica. <https://deep-c.org/news-and-multimedia/in-the-news/deep-c-scientists-capture-first-greenland-shark-in-the-gulf-of-mexico>
Véase <http://www.fao.org/fishery/species/2033/en>
El método tradicional consiste en enterrar los trozos de carne en grava y arena dejando que se pudran y fermenten durante 6-12 meses más o menos; luego los cortan en tiras y los cuelgan a secar durante varias semanas más. Dicen que el olor es mucho más nauseabundo que el sabor, pero que solo es cuestión de acostumbrarse. Si algún lector lo prueba y sobrevive, que nos lo cuente.
 

martes, 28 de octubre de 2014

Los tiburones según Plinio


Gayo Plinio Segundo, más conocido como Plinio el Viejo, nació en el año 23 d. C., ocupó cargos importantes en el ejército y en la administración del Imperio entre ellos, procurador de la Tarraconense, y murió en la gran erupción del Vesubio del año 79, siendo comandante de la flota imperial con base en Miseno, llevado, según se cuenta, por su extrema curiosidad y afán por conocer de cerca un fenómeno tan extraordinario. Fue también un destacado hombre de letras, escribió obras históricas y de carácter político, y la que está considerada como la primera enciclopedia de la naturaleza, la Historia Naturalis, escrita durante la última etapa de de su vida (aproximadamente entre los años 77-79), su gran obra y el motivo por el que hoy lo hemos traído hasta aquí.
Los 37 libros de que consta la Historia Natural pretenden abarcar la descripción de la totalidad del universo conocido, desde la astronomía, el mundo, la naturaleza vegetal, animal y mineral, y el hombre, incluidos aspectos como su organización social y la producción artística hasta la jardinería y la producción de vino, etc.
Plinio no es en modo alguno un naturalista o un científico, sino un erudito, es decir, un infatigable lector y recopilador de datos. Aunque su ajetreada vida sin duda le ha proporcionado observaciones de primera mano, la mayor parte de sus conocimientos procede de autores como Aristóteles¹, de testimonios de viajeros, o simplemente de la "autoridad" de los saberes tradicionales. Su objetivo es reunir en un todo organizado todo el saber existente sobre una determinada materia.
Por lo que respecta a la zoología, y en concreto a los tiburones, Plinio se limita a presentarnos los datos que ha podido reunir, sin cuestionar su validez, pero adaptándolos según su conveniencia². No pretende construir un sistema, a la manera de Aristóteles, sino sencillamente presentar las maravillas y curiosidades del mundo natural, es cierto que a veces sin un orden al menos aparente, haciendo, al mismo tiempo, especial hincapié en su utilidad para el hombre, en las posibilidades medicinales y terapéuticas que ofrece. Puede hablarse, por tanto, de una doble finalidad, didáctica y ética o moral: la naturaleza es fuente de prodigios y de belleza, y además nos aporta innumerables beneficios, por eso merece ser conocida y respetada.

Todas las citas proceden de la traducción y edición el texto a cargo de Josefa Cantó, Isabel Gómez Santamaría, Susana González Marín y Eusebia Tarriño para la editorial Cátedra³.

Historia Naturalis. Códice de mediados del XII conservado en la abadía de Saint Vincent, Le Mans.

Es en el Libro 9 donde se ocupa de los peces. Pero a diferencia de Aristóteles, el tratamiento científico de los tiburones se limita a estas pocas líneas:
(40) 78. Hay otra clase de peces planos que tiene cartílagos en lugar de espinas, como la raya, la pastinaca, el pez ángel, la tembladera y aquellos a los que los griegos dan el nombre de buey, lamia, águila, rana. Entre ellos se encuentran también los escualos, aunque no son planos. Aristóteles fue el primero que los llamó en conjunto con el nombre griego selache. Nosotros no podemos distinguirlos, a no ser que queramos llamarlos cartilaginosos. Por lo demás, todos son carnívoros y se alimentan tumbados de espaldas, como dijimos a propósito de los delfines, y mientras los demás peces son ovíparos, sólo esta especie, como la de los llamados cetáceos, es vivípara, excepto el llamado pez rana.
Más abundantes son las referencia a la ferocidad y peligrosidad de estos animales para los pescadores de perlas y de orejas de mar:
(55) 110. La concha [se refiere a la ostra], cuando ve una mano, se repliega y oculta sus riquezas, sabedora de que son ellas lo que busca; y si la mano se anticipa, la corta con su filo: no hay castigo más justo. Además, otros peligros la protegen: la mayor parte de las veces se encuentra entre escollos, en alta mar la acompañan también los perros marinos; y sin embargo ello no impide que adorne las orejas de las mujeres.
(70) 151. Una gran cantidad de perros de mar acechan con grave peligro a los buceadores que buscan esponjas. Ellos mismos cuentan que sobre su cabeza se solidifica una nube, semejante a un animal, que los oprime y les impide ascender, y que por eso llevan puñales muy agudos atados con una cuerda, porque no se retira a no ser que la perforen; eso lo provoca, según creo, la oscuridad y el miedo. Pues nadie ha encontrado ningún animal parecido a esa "nube" o "niebla", que es como llaman a esa calamidad. 152. Con los perros de mar, la lucha es terrible. Atacan a las ingles, los talones y las partes blancas del cuerpo. La única salvación está en hacerles frente y asustarlos, pues tienen miedo del hombre lo mismo que lo aterrorizan a él, y en las profundidades la lucha está igualada. Cuando el buceador llega a la superficie del agua el peligro es doble, porque no puede utilizar la táctica de plantarles cara; mientras trata de emerger, su salvación está en manos de sus compañeros; ellos tiran de la cuerda que lleva atada por los hombros. Mientras lucha, el buceador tira de la cuerda con la izquierda para indicar que hay peligro, y con la derecha sigue luchando con el puñal. 153. Tiran de él poco a poco; cuando ya está junto al barco, si no se dan mucha prisa en izarlo, ven cómo lo devoran. Y muchas veces se lo arrebatan de las manos cuando ya lo han sacado, a no ser que él mismo contribuya al esfuerzo de los que tiran haciendo un ovillo con el cuerpo. Entonces otros hombres blanden los tridentes, pero la habilidad del monstruo consiste en esconderse debajo del barco y de esa forma combatir seguro. Así pues, los buceadores toman todo tipo de precauciones para vigilar esta plaga.
El tema de la singular técnica del zorro marino para evitar ser capturado la recogen diversos autores antiguos, Aristóteles entre ellos.
(67) 145. Las escolopendras, semejantes a las de tierra llamadas ciempiés, cuando se tragan un anzuelo vomitan sus entrañas enteras hasta que expulsan el anzuelo, y luego se las vuelven a tragar. En cambio los zorros de mar, en situaciones peligrosas semejantes, tragan más sedal, hasta llegar a la parte más débil, que cortan fácilmente.

Buena parte del Libro 32 se ocupa de la farmacopea y usos terapéuticos de los seres vivos. Como veréis, los tiburones proporcionan remedios para casi todo, desde las pústulas en las partes pudendas hasta los miedos irracionales, además de servir de antídoto contra ciertos venenos:
(12) 25. Por lo que se refiere a la incompatibilidad entre elementos que los griegos llaman antipatía, no hay nada más venenoso en el mar que la pastinaca: ya hemos dicho que destruye los árboles con su aguijón. Sin embargo, a ella la persigue el galeos, que también persigue a otros peces, pero sobre todo a la pastinaca, como en tierra la comadreja a las serpientes: tan grande es su ansia por el veneno. Precisamente el galeos [...] cura a los que ha picado la pastinaca.
Para problemas en ciertas partes:
(34) 107. Para las pústulas de las partes pudendas, [...] la ceniza de cabeza de perca en salazón, añadiéndole miel, la ceniza de cabezas de pelamydes, o la piel de pez ángel quemada. 108. Con ésta es con la que dijimos que se pule la madera, puesto que del mar salen también cosas útiles para los artesanos.
Remedios relacionados con la salud bucodental:
(26) 79. Los dolores de muelas se calman escarificando las encías con huesos de dragón marino y con sesos de perro de mar hervidos y conservados en aceite, frotando los dientes con ello una vez al año.
(48) 137. Para las encías de los niños y la dentición es muy buena la ceniza de dientes de delfín con miel, y también pasar por las encías el mismo diente. Además, como amuleto quita los terrores repentinos. El mismo efecto tiene el diente de perro de mar.
... y la epilepsia:
(37) 112. Como hemos dicho, los epilépticos beben cuajo de foca con leche de yegua o de burra, o con jugo de granada; algunos, con vinagre endulzado con miel; otros toman el cuajo simplemente en forma de píldoras. [...] También se les administra hígado de comadreja marina, o de ratón, o sangre de tortuga.

... Con razón mi admirado Italo Calvino gozaba con la lectura de Plinio.

Una breve nota que tal vez sea de interés para los lectores (en masculino) de este vuestro blog: si alguno de vosotros padece de tan triste mal, que sepáis que los "testículos descolgados, dicen que hay que frotarlos con baba de caracol". Avisados quedáis.


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¹Particularmente, su Historia animalium o Investigaciones sobre los animales. Véase Los tiburones según Aristóteles (I) y Los tiburones según Aristóteles (II).
Rémoras bajo la quilla. Ilustración de finales del XV.
²Valga un ejemplo bastante curioso: en su descripción de la rémora Plinio sigue a Aristóteles, pero en un momento determinado no le importa, abandonando toda elemental prudencia, incorporar una visión a todas luces exagerada basada en testimonios que debieran ser, como poco, cuestionados:
Libro 9. (41) 79. Hay un pez muy pequeño que vive entre las rocas, llamado rémora; se cree que retrasa la marcha de los barcos, de ahí su nombre [se refiere a echeneis, "que detiene los navíos"].
Libro 32. (1) 2. Sin embargo, un pequeñísimo pececillo llamado rémora sujeta él solo a todos estos elementos [se refiere a elementos de la naturaleza como los vientos, las mareas, las tempestades], que hacen fuerza en la misma dirección. Por mucho que soplen los vientos y se enfurezcan las tempestades, manda sobre su furor, contrarresta tan grandes fuerzas y obliga a los barcos a permanecer quietos [...].
³Plinio. Historia Natural. Madrid: Cátedra, 2002.
Excepto la lamia, que puede referirse a un marrajo (Isurus oxyrinchus) o a un tiburón blanco (Carcharodon carcharias), y el pez ángel (Squatina sp.), todos los demás son rajiformes. El pez rana es el rape.
Según nota de las editoras, "El Canis marinus es algún tipo de escualo, la tintorera tal vez".
Especie no identificada. Puede tratarse de un cazón (Galeorhinus galeus), o tal vez de otra especie de mayor tamaño que tenga a las pastinacas entre su dieta.
Tal vez la pintarroja (Scyliorhinus canicula) o cualquier Canis marinus como la tintorera (Prionace glauca).
Probablemente la musola (Mustelus sp.).